lunes, 20 de enero de 2014

19. ECOS NOCTURNOS. De Sombra


Humedad, telarañas, vieja casona vacía
pisos hundidos por el tiempo,
peldaños crujientes de madera podrida.
Espera a su presa, sin leña y sin abrazos
cargada de presagios, sin flores, sin vida.
Las cucarachas son legión
en los pasillos perversos del olvido,
bosteza la estancia aburrida…
Pasean las ratas sin condena
dueñas y señoras en su recorrida,
hay hedor de muerte transitando las venas
oxidadas y abiertas de sus cañerías.
Traspone el umbral un hombre,
le pesa el alma,
no sabe de misterios ni de profecías
pero siente un frío que congela
en el manto de la noche su trágica herida.
Apenas la luz de una vela arranca siluetas
a sombras prohibidas
y una voz de ultratumba  que hace eco
en su cráneo
repite tramposa la orden del día:

"La soga, la soga, allí en el tirante del techo,
coge la soga y cuelga tu vida."

El hombre no duda la cuelga y se cuelga,
patea su silla,
se balancea el cuerpo en bruscos espasmos
su alma emprende sin él la partida.
Silencio, silencio, se ahogan los gritos
la casa disfruta la lenta agonía.


Seudónimo: Sombra

jueves, 16 de enero de 2014

17. MONÓLOGO CON EL SR. SPOCK A PIE DE TAJO. De Agronauta


¡Tenga usted buena aurora!

Pues ya ve, compañero, aquí andamos,
escardando cabrones,
que estamos casi en mayo
y todavía no crecen las sonrisas.

Así que... ¡vulcaniano!
Y... ¿qué? ¿Mucha faena?
Por aquí, ¡ya le digo!,
lo que usted está viendo:

religiones sangrientas, amores a palizas,
pederastas, sicópatas, putillas de despacho,
mucho cateto listo, farlopa y mala leche.

Sin embargo, en Vulcano...
(y perdone, mi amigo, si le doy con el codo)
¿como anda la Venus? (Se sabe en la galaxia).
No se me queje, jefe,
que se nota que tiene que poner esa cara
de partida de póquer en un vagón de metro,
para que las rodillas le sostengan las babas
y no se le derritan las orejas
recordando algún beso
o solo recordando.

No, por Amor, entiéndame, no quisiera decirle
que anden pegando sellos en la fragua;
sé que no es poca cosa forjar flechas y rayos,
amores repentinos y desengaños crueles,
pero al menos les cunde y se está calentito.

Conste que no me quejo y que estoy siempre a gusto
echando peonadas donde Ella lo mande
pero, ¡qué aperreao es trabajar La Tierra!


Seudónimo: Agronauta

sábado, 4 de enero de 2014

9. PIEDRAS EN NORTUMBRIA. De Scévola


Impasible al fragor del tiempo ácido,
silente como piedras en Nortumbria,
del lejano y profundo sur venido
a dilatar el mundo imaginario,
eres, sin duda, uno de los nuestros,
como Marlow decía desde playas
ganadas al horror de las tinieblas.
Vetérrimas palabras del asombro
en el áspero idioma del guerrero
llegado de nación marcial del norte
a debelar los reinos de las Islas,
todavía estremecen a esas piedras.
Así dijiste tú en helada tarde
esa misma oración jamás oída
en mil años de historia, así invocaste
al Rey clavado al árbol del destino
para sorpresa de las viejas naves
que vieron a esos hombres, hoy ceniza
y gloria en los relatos de las sagas.
Caíste como ellos, y no has muerto
del todo mientras haya quien recuerde,
mientras quede memoria de tu nombre.
Caíste, mas un verso te sostiene
con mágica constancia de lo escrito:
misterioso, fugaz, sutil, eterno.


Seudónimo: Scévola

8. YO NO SÉ. De Locorotondo


Yo no sé si será posible que los fantasmas de mis
muertos anden sin avisarme caminando conmigo,
pero hay días tan extraños y hay horas tan intensas
en que la sombras huyen de mí cuando las miro,
momentos en que a mi lado algo se estremece
en el aire sin sentido y que las perras, mis perras,
me ladran asustadas como a un desconocido,
y hay noches, ciertas noches, en que lloro en silencio
lágrimas sin tiempo, invencibles, y no es un llanto mío
y hay tardes de domingo, tardes de horas perdidas,
en que tuercen el vuelo los pájaros cuando los miro.


Seudónimo: Locorotondo