lunes, 28 de septiembre de 2020

AVISO CONCURSANTES

   Con la publicación de los últimos microcuentos recibidos se da por finalizado el plazo de recepción de originales a concurso. Pasamos a la fase de evaluación por el jurado.

         Todos los microcuentos que han llegado incumpliendo alguna de las normas del certamen no han sido publicados a destacar aquellos que fueron enviados en archivo adjuntos, haciendo hincapié en que éstos no se han podido ni tan siquiera ver.
         El próximo 6 de diciembre del presente año, se dará a conocer el fallo del jurado. Suerte a todos.
         Gracias por participar.

La Organización

38. INFORME PRELIMINAR. De Larry B.

 

Atravesé la atmósfera del planeta sin saber lo que me esperaba abajo. Cuando las nubes se abrieron una cadena de altas montañas apareció, cerrándome el paso. Activé los levitadores del traje. Fui bordeando los picos nevados, buscando un camino que me llevara a sitios más propicios donde posarme y establecer el campamento. Enfilé por una garganta entre la cordillera. El río que descendía por las rocas fue ensanchándose hasta que se abrió un gran cañón, por donde decidí seguir mi derrotero, maravillado de la gran explosión de vida que palpitaba en todos los rincones. El sol empezó a declinar justo cuando las montañas cedieron paso a una breve llanura, y más allá el océano espumando sobre las rompientes. Contorneé el estuario hasta dar con una playa despejada. Descendí con precaución, y por fin me sentí firme sobre las arenas.

La gran variedad de pájaros que nublaban el cielo era indescriptible. Muy diferentes a los que ya conocía. Tenían nidadas en los riscos. En el mar grandes criaturas retozaban en la superficie, y cerca de la orilla millares de extraños seres centelleaban buscando alimento. Estaba ensimismado, por eso no noté como me cercaban. Me lanzaron las redes, y uno de ellos me clavó un venablo. La insólita raza bípeda inteligente que habita aquí me trasladó en un vehículo rodante hasta sus panales de altas construcciones. Me extrajeron el caparazón, y ahora quieren seccionarme los apéndices y mis seis extremidades. Me he mostrado dócil para no dañarlos, pero tendré ya que disolverlos en mis ácidos y ensartarlos en mis aguijones. Después justificaré todo en mi reporte.

Seudónimo: Larry B.

37. AMIGOS PARA SIEMPRE. De Lady Macbeth

 

Había sido un día estupendo y la foto lo reflejaba tan bien que decidió imprimirla. Las chicas sentadas delante, morenas y sonrientes. Los muchachos arrodillados detrás, los brazos de unos apoyados en los hombros de los otros, remarcando la complicidad masculina. La luz del atardecer teñía de oro viejo la arena y de malva rosado el horizonte. Cuando ya al final del verano Sergio la dejó por Mati, a Rosa le dio pena deshacerse de la fotografía, recortó las figuras de los dos traidores y les prendió fuego con una cerilla. Una semana después tuvieron el accidente con la moto.

A Lidia la recortó en el otoño, porque no la invitó a París, adonde fue de Erasmus. A Martín, por no darle trabajo en el bar de su padre. Murieron juntos, asfixiados, en el incendio de la discoteca Zodiac. A partir de entonces Rosa actuó con más consciencia. Lo de Mariela, diagnosticada de un tumor incurable, fue una forma piadosa de evitarle sufrimientos. Víctor se lo mereció: solo un perfecto hijo de puta se echa novia nueva a los quince días de morir la suya. A Eduardo no le perdonó que, después de tantas desgracias, decidiera rehuirla. Fue un infarto fulminante, rarísimo en alguien de menos de treinta años.

Lo ha intentado con otras fotos, pero no funciona. No es solo el recortado, quizás el instante de apretar el botón, la persona que lo hizo o la irrepetible combinación de líquido y papel en que quedó plasmada la escena. Solo sabe que para vivir debe preservar a toda costa esa imagen suya rodeada de huecos. Y que a veces se sorprende abriendo con una mano el cajón donde la guarda mientras con la otra empuña un par de tijeras.

Seudónimo: Lady Macbeth

domingo, 27 de septiembre de 2020

33. ARRAIGO. De Espejo Humeante

  

Llegó en octubre, procedente de la gran ciudad, buscando un lugar donde enraizar. De su infancia, entre sábanas de hospital, había heredado una querencia a vestir siempre de blanco lo que, unido a una fragancia como a compota recién hecha, le daba un aspecto etéreo, casi sobrenatural.

Era parca en palabras, solitaria, ajena al resto de vecinos a los que les suponía demasiado esfuerzo dirigirse a ella. Se recubría de una corteza impenetrable. Conmigo fue diferente. En invierno, aunque apenas habíamos intercambiado cuatro sonrisas y dos palabras, ya estábamos profundamente enamorados.

Por primavera llegó la magia.

—Tengo una sorpresa para ti —me dijo mostrando una preciosa manzana roja que brotaba entre sus manos.

La probamos, era dulce con un ligero sabor a miel. Nos abrazamos retorciendo nuestros cuerpos como ramas entrelazadas, nudosas y bellas. Observamos maravillados cómo nuevos retoños germinaban por nuestros poros: frutos rojos, melosos, mientras nuestras raíces se hundían en el suelo con fuerza y crecíamos hasta ser los dos un mismo tronco y fundirnos en un solo ser.

Seudónimo: Espejo Humeante

32. CAÍDA. De Ferrum Kanté

  

Cuando levantó la voz fue lanzado al erial allá abajo. Sus alas de metal divino como sus mecanismos celestes se ensuciaron en el barro. Lamentó su suerte y maldijo a las elevadas esferas donde el infierno de agua y tierra no existe. Sus lágrimas, alguna vez aceite sagrado, se amargaron y se ennegrecieron. Se puso de pie para recibir a la tormenta que llegaba. Juró que lo que era abajo sería arriba e inició su obra.

Extrajo un pequeño engranaje del extremo de una de sus alas, abrió un hoyo en el suelo, lo sembró y lo tapó con la ocre tierra. Tintó su índice izquierdo en el rastro de negras lágrimas y trazó el signo del pulso encima del pequeño túmulo. Repitió la acción con otro engranaje y siguió desarmándose sin dejar dejar de llorar oscuridad.

Tras un largo tiempo terminó su labor y se sentó a descansar. Hubo burlas de siete visitantes del allá arriba que exigieron disculpas. No las dio. Las eras y el clima cambiante herrumbraron los restos de sus alas y de su figura. Cuando se levantaba para andar el mundo y revisar la siembra, la pátina café sobre él se transmutaba en un breve polvo que caía en cada paso. Así fertilizó el páramo.

De la primera simiente brotó el primer árbol que, regado con lluvia y alimentado con minerales de lo profundo, creció y remontó. Luego germinaron las demás semillas que emergieron en hermosas aleaciones. Apuntaron sus afiladas ramas hacia el cielo, maduraron simientes que también fueron sembradas y bendecidas con orín como con oscuro sollozo. Eón tras eón, el erial fue dejando de serlo mientras el exiliado adelgazaba y, a la par, ascendía montado en las ramificaciones del bosque metálico a sus pies. Cada árbol derribado con dificultad por las huestes celestiales abonó los frutos que seguían cayendo en legión.

Llegó el día en que los brotes aguja llegaron a la frontera del firmamento: el desterrado había regresado a casa. Con su último aliento empujó al bosque, su bosque, a horadar el cielo para empezar a oxidarlo.

Seudónimo: Ferrum Kanté

sábado, 26 de septiembre de 2020

27. ORFEBRERÍA DIABÓLICA. De La dama asesina

  

El día de la boda me colocó el anillo, con promesas en voz alta de fidelidad, lealtad y no sé qué más.  "Qué suerte has tenido, hijo", me felicitaba mi padre en el banquete. Sí, sí. Yo era un hombre sociable, apuesto, y tras mi matrimonio, tremendamente rico, y claro, oportunidades de divertirme no me faltaban. ¿Qué culpa tenía yo, de ser irresistible?

Un anillo con grabados desconocidos e indescifrables, que llevaba en la familia de mi  mujer varias generaciones, me explicó  mi suegra muy seria apuntándome con un dedito amenazante. Está bien mujer, no lo perderé si es eso lo que le preocupa, y no, no me lo quitaré bajo ningún concepto, le dije.

Ya quisiera yo. El puñetero se calienta al rojo vivo cada vez que estoy al lado de una fémina y me asaltan los impulsos de don Juan. Intenté quitármelo una vez y unas minúsculas y afiladas cuchillas clavaron  en mi carne. Qué dolor. Probé con todo tipo de herramientas,  imposible. Tenía que tomar una decisión.

 Mientras me atendían en el hospital por un desgraciado accidente de jardinería que me amputó el dedo, sonreía  victorioso acordándome del anillo ardiendo en la fogata que había preparado con hojas y ramas secas.

La noche de mi cumpleaños lo celebré por todo lo alto, brindamos con champán, e hicimos el amor toda la noche. Al llegar a casa, mi mujer dormía plácidamente y caí derrotado en la cama. Al despertar, tenía una resaca de campeonato, y frotándome los ojos vi la nota en la mesilla. "Espero que esto te compense la tristeza que te ocasionó la gran pérdida del anillo familiar. Feliz cumpleaños, querido." De inmediato miré mis dedos sobresaltado, nada. Gracias a di… ¡maldita sea!...  en cambio en mi muñeca había una robusta pulsera con los mismos indescifrables grabados.

Seudónimo: La dama asesina

domingo, 13 de septiembre de 2020

15. ÉXITO TOTAL. De Eidan García

 

Abrió los ojos y comenzó, feliz, a acicalarse.

El experimento había sobrepasado sus expectativas.

Para el gato de Schrödinger, toda la Humanidad había muerto.

Seudónimo: Eidan García

martes, 1 de septiembre de 2020

12. EL HOMBRE REESCRITO. De Vox populi

  

El novelista Hasson Foyed encontró en la calle un personaje sin abolengo. Lo nombró Hasson Foyed, lo presentó a su mujer, lo alojó en su casa, le entregó un revólver y lo hizo bandido.

Mientras Hasson Foyed personaje salía a delinquir, Hasson Foyed narrador perpetraba la  trama de sus latrocinios. Pronto lo volvió un criminal violento, crápula, arrogante y soez. Golpeaba la nuca de sus víctimas.

Una noche intentó dormir con la esposa de Hasson Foyed, y otra, golpearlo porque lo hizo robar tres bancos en un capítulo.   

La señora de Foyed, harta del insolente, pidió a Hasson Foyed eliminarlo. Mencionó la sospecha de que Hasson Foyed apócrifo planeaba usurparle la identidad. Adujo haberlo visto reescribir los sucesos en un episodio de su novela.

Hasson Foyed se apresuró a narrar la muerte de Hasson Foyed durante un tiroteo con la policía. Los disparos provenientes del supermercado confirmaron el fin.

Al día siguiente, la feliz señora de Foyed despertó plena de caricias nocturnas. Sin embargo, sentíase inquieta por la sensación de haber sido amada por otro: nunca antes, en la intimidad, Hasson Foyed le había besado la nuca.

Seudónimo: Vox populi