miércoles, 27 de febrero de 2013

61. GUÁRDAME de Lope de Rueda



Guárdame
cuando sea lluvia
y caigan mis gotas
en tus manos.

Soy ese soplo
que te levanta el abrigo,
ese inquieto pájaro
que teme el frío
y lo combate
entre tupidas ramas.

Si pudiese ser naturaleza
con un guiño
cubriría las tierras
con la belleza
de los mejores pensamientos.

Reposa la ternura
en tus brazos.
Mécela, pronuncia el nombre
del ser más querido.
Una brizna, aquel recuerdo
es la nube en que habito.

Escribo este catálogo de sentimientos
para bufones románticos
que sueñan con despertar
y ver hechos realidad
los deseos soñados.

Guárdame
cuando sea lluvia
y caiga en tus manos.
Vierte mi contenido
en un frasco
y hazme reposar
muy cerca de ti,
junto a tu corazón.

Quiero que esas gotas
sean metáfora
de todo lo que amas.
Deseo que me ames
cuando me leas
y que los sentimientos
traspasen la planicie
de esta cuartilla.

Guárdame
cuando tus ojos sobrevuelen
estas letras
estos renglones inocentes
y busca tras ellos
el significado de este epitafio.
 Seudónimo: Lope de Rueda

sábado, 23 de febrero de 2013

56. EL JARDÍN AMPUTADO de Gin



Agudo chirrido de  óxido corroído
rompe el  rojo de la tarde
en que la verja se abre.
De los árboles, las cimas,
por mil vientos removidas,
gimen tétricos augurios
de misterios  de jardín,
y a  mi paso
 pétreas figuras
improvisan sus posturas
y sus cálidas miradas
 se retornan congeladas
ante mí.

 Crujen bajo mis pies
del yerto manto las hojas
frágiles
muertas 
pisadas
ya de tiempo o  soledad
hastiadas.
Ni el canto de un ave
ni  el color de una flor.
Ni el  suave frescor
que   antaño
la vieja  fuente emanó.
Ahora, sin agua,  herida,
de  abandono y musgo
carcomida.
 Seudónimo: Gin

53. GAUDEAMUS de Christian



Aúlla la nocturnidad ávida de carne,
mostrando ,
sus crueles desafíos sin amparo.
La borrasca, pálida de miedo, rebusca entre las sombras,
y tienta a los sauces que, famélicos,
lloran al compás del silbo.
Mientras tanto, en el lejano horizonte,
la silueta del que escarba una tumba desposeída,
embadurna de escalofríos al viento.
Su espalda, carga el peso de la humanidad
y la boca, como mueca,
deja entrever labios desprovistos de contextura.
Sus mugrientas uñas, lánguidamente estiradas,
arañan al silencio de la noche y,
el olor nauseabundo que despiden,
excita a la criatura más endeble.
Trémulo, toma una pala,
con prisa, abre una cripta.
La tambaleante mano extrae un cráneo, luego huesos, pelos, gusanos,
estertores, ropas despedazadas por la angustia.
No se estremece,
ni un poro se contrae ante la horrible escena.
De repente,
su escuálido rostro gime y,
una lengua inacabable, lame el manjar hambriento.
La putrefacta sangre envenena al aire, pero él,
goza indeteniblemente.
Insaciable, tira de las fibras que recubren la osamenta y
saborea, degusta, cata,
lucha contra Crono. Así prosigue,
hasta devorar al último desatino.
A lo lejos, un reloj anuncia las tres,
hora es ya de la marcha.
La bóveda,
vuelve a ser de Hades.
En el crepúsculo, la curvatura se pierde sin dejar vestigio alguno.
Esperará, la alborada siempre se evapora (piensa y ríe),
entonces,
otro despojo humano será festín para el desapercibido.
Seudónimo: Christian

jueves, 21 de febrero de 2013

51. ARMAGEDDON de Rutger



No luz solar
sino luz negra
para cuando desaparezcan los tuyos
                                        (los recuerdos) 
imprecisos como el paisaje 
bajo el cielo de la distancia     

y en seco
se despedacen los rostros
que difumina la memoria           

                                           Para entonces     

los ramales últimos de la vida     
−custodios de un recinto 
desprovisto de esquinas
pero agrietado por el paso del tiempo      
                                                           por el viento del sol−
habrán almacenado su ensamblaje     
su cumplida espera 
el sobrevenir del viaje de la sangre

Y así      la última hora
              la última luna

arropa con atalajes de costurera ciega
las huellas de un río que jamás estuvo presente

A un fecundo círculo nos convoca la memoria
depositaria de una culpa imperecedera

Bonus Track:

el universo es ese círculo preciso      
                                                   donde las llaves duermen.
 Seudónimo: Rutger



domingo, 17 de febrero de 2013

44. GRASIENTA TRISTEZA de Parmod Apostolov 



Muchos quisieron tumbarla con tanques,
Estrellar locomotoras furiosas a sus pies;
Le enviaron misiles a la sien, y ella siguió ahí,
Sin torcer sus ángulos yuxtapuestos, góticos,
Amontonados como colmenas asesinas…
De todos se burlaba, la Grasienta Tristeza,
Gigante de cuatrocientos metros de distangustia,
Y ciento cincuenta mil toneladas de estedio.
¡Grasienta amiga, no estires tus bíceps al cénit!
¡A la luna no la destetes de su plataforma!
¡No nos lances ese balón de queso!
¡No, por favor! Déjanos... reír... un día... más...
Seudónimo: Parmod Apostolov