lunes, 13 de marzo de 2017

AVISO A CONCURSANTES

Con  la publicación de los últimos poemas recibidos correctamente a nuestro correo electrónico dentro del plazo estipulado en las bases,  damos por finalizada la fase de recepción.
 Todos los trabajos serán convenientemente leídos y valorados por el jurado, cuyo fallo será efectivo el día 27 de abril,  tal y como se indica en las bases. Ese día lo daremos a conocer mediante su publicación en los diferentes medios estipulados.
Gracias a todos por su interés y participación y mucha suerte.        

Los Organizadores

domingo, 12 de marzo de 2017

66. LA SOMBRA DEL SEÑOR OSCURO. DE La hija bastarda de Mary Pickford


La escarcha envuelve pisadas
amortiguando el crujido de los días,
ajena al preludio del falso manantial.

Lo dicen los ojos del Señor Oscuro:
bajo las aguas, siempre es invierno.

No habla, sólo mira.
Sus ojos escrutan los renglones no escritos
para desplegar sus armas el primero.

No tiene sombra.
Hace mucho tiempo que la olvidó
entre los escombros del crepúsculo.

Mira imperturbable su reflejo vacío
y remueve las aguas con la espada, como advertencia.

La brevedad del temblor del círculo antes del giro,
entre certezas subterráneas,
cabe en el suspiro del acero.

Y como la sensatez del eco
que sangra sobre el tambor,
el destello hilvana eclipses de neón.

Pequeño nenúfar,
no llames la atención del Señor Oscuro.

Seudónimo: La hija bastarda de Mary Pickford

65. LA SEXTINA DE EDGAR ALLAN POE. De Ufana Incorrupta


La luz descolorida de un quinqué
sobre la podredumbre del poeta
atrae a la polilla de la noche
hacia el espejo. El rostro, tras un velo,
revela el gris cobalto de unos ojos
que producen pellizcos en el pecho.

La fiebre alta, el estertor del pecho,
los surcos de la cara ante el quinqué,
han llevado el desorden de los ojos
a los duelos nocturnos del poeta,
porque la atmósfera semeja el velo
que envuelve los delirios de la noche.

El escritor, en medio de la noche,
sobre el río revuelto de su pecho
contempla el Bronx. Filtrada por el velo
de la memoria antigua de un quinqué,
Annabel Lee se abisma en el poeta,
materia vaporosa ante sus ojos.

Un dédalo de láudano en los ojos
poblados por los seres de la noche
acerca su belleza hacia el poeta.
Seres ambiguos silban en el pecho
los metales siniestros de un quinqué
enamorado del terror sin velo.

El escritor de Boston pone un velo
en el subsuelo de sus propios ojos.
La lastimosa Usher, que un quinqué
incendia con pavesas de la noche,
disuelve las necrópolis del pecho
en la tumba vacía del poeta.

Morella y Wyatt son, como el poeta,
personajes gerónticos, sin velo,
Muerte Roja del tuétano del pecho,
fragmentos de las morgues de unos ojos
que han cavado la tumba de la noche
bajo la luz de luna de un quinqué.

Arde el quinqué, y la llama del poeta
en cuya noche se ha tatuado el pecho
lanza un cuervo hacia el velo de sus ojos.

Seudónimo: Ufana Incorrupta

64. NUMEN. De Juan Centavo


 La niña engendra galaxias
con la respiración,
nebulosas y quásares
brotan entre risas
y estornudos.
El tiempo es
capricho
y evita el tedio
de morar sobre una ostra
y al ser liebre
—el universo—
corre hacia adelante
y nunca detrás.
La niña duerme
sobre colchón
de estrellas verdes,
arropada por el infinito
y una breve civilización.

Seudónimo: Juan Centavo

jueves, 9 de marzo de 2017

46. CANCIÓN DE CUNA. De El verdugo


Duerme mi niño, duerme junto a la playa,
que las olas, en su arrullo, te han de guardar
¡ah! pero si no duermes cuando la noche caiga,
no seré quien te vele, no, será la dama del mar.

Cierra los ojos, las olas te acunan,
te mecen y guardan de todo mal
pero si mi niño grita y aúlla
entonces vendrá la dama del mar.

Dicen que vaga sola las noches de tempestad
embaucando a los insomnes con su penar
amante de verdugo, hija de la oscuridad
¡ay! si no callas, vendrá la dama del mar.

Mujer delicada, talle de coral
piel de porcelana, rasgos de marfil
si en la noche no duermes, mi zagal
la dama del mar vendrá por ti.

Los ignorantes la llaman hechicera
no le atrae la tierra más allá de la laguna
mujer de agua, de sal, reloj de arena
pobres diablos, presos de su mala fortuna

Duerme mi niño, el alba no tardará en llegar
descansa tranquilo, inocente y sereno
deja que vague sola la dama del mar
que aleje de nosotros, su pena y veneno

No hay más necio y arrogante
capaces son de afirmar
sin dudar por un instante
"sólo hay sirenas en el mar".

Ahora cansada, mi niño te pido
cierra los ojos, aleja a los cuervos
no temas, duerme tranquilo
lejos están la dama y sus siervos.

Seudónimo: El verdugo