jueves, 18 de julio de 2019

60. LUNA NUEVA. De Atomizer



El primer gesto de Tadeuz hacia Valanka fue llenar de luces el cielo de la ciudad. Hermosos pétalos dibujados con las huellas de las trazadoras. Luego esbozó flores y tridentes con los rastros de los misiles. Pronto pasó a pergeñar hongos atómicos siguiendo la línea de las fronteras, imitando las gráciles formaciones vegetales que suelen crecer a lo largo de las tapias. En la noche todo tipo de munición iluminó los continentes. Rojo, amarillo, anaranjado. El festival de colores acompañó el tronar ensordecedor de un mundo deshecho. Valles demolidos, columnas de humo negro, megalópolis destruidas. Después delos tsunamis gigantescos y los incendios devastadores, llegaron las lluvias ácidas y comenzó la noche del invierno nuclear.
Tadeuz contempla detenidamente su obra. Un cuadro surrealista elaborado con sus mejores algoritmos.
El IA Central de Armamentos envía su mensaje a Valanka. …¿Te gustó? Es un regalo para ti.
La IA de Terraformación contesta: …Hermoso. Ahora es mi turno.
Seudónimo: Atomizer

sábado, 6 de julio de 2019

42. EN EL GABINETE DEL DOCTOR TULP. De Shevek



Cuántas veces advertimos a Reiziger de que aquello era peligroso. Cuántas discusiones inútiles sobre su preparación real. Cuántas veces él nos respondió con cierta displicencia, como si el entrenamiento recibido fuera un arma infalible contra los azares del viaje en el tiempo y nuestras preocupaciones pueriles.
Dos años de preparación, supimos después, adquiriendo una dicción casi perfecta del neerlandés del siglo XVII, absorbiendo modos y costumbres, memorizando alcurnias y geografías, perfeccionando técnicas pictóricas añejas.
Así se despidió de nosotros, con una sonrisa en los ojos y una promesa en los labios: ¡Conoceré al maestro, seré inmortal!
Nunca supimos si conoció al maestro. Lo que sí sabemos es que el maestro, de algún modo, le conoció a él. No lo habréis notado, supongo, pues es el último de los detalles en el que la mirada se posa en el cuadro, en esa obra maestra de un jovenzuelo de veintiséis años. Pero cuando dejéis de observar a los prohombres que aparecen en "La lección de anatomía" de Rembrandt, fijaros en el cadáver.
Sí, el de la faz entre sombras. La viva expresión de la muerte. Parece que haya sido siempre el mismo, ¿verdad? Pero los que lo conocimos sabemos bien quién yace en la mesa de disecciones del doctor Tulp.
Es Reiziger, cómo no, al fin inmortal.
Seudónimo: Shevek

martes, 2 de julio de 2019

38. EL DIENTE. De Selak



El hombre consuela a su hija que llora y sufre porque, tragedia si las hay en esa edad, se tragó un diente de leche y no va a conseguir la preciada moneda bajo la almohada.
"El Ratón de los dientes se va a enojar" se queja la niña, con el llanto desesperado que nos dura lo que la infancia. El hombre la acaricia con amor de padre y se tienta con la verdad, con destruir la última fantasía, con extirparle la angustia del pecho con el filo del desencanto. Piensa en las creencias arrasadas: Navidad, los Reyes Magos, los monstruos bajo de la cama, las hadas madrinas. Y entonces calla, con el secreto orgullo de ser el guardián de la última trinchera de la inocencia.
El grito agudo en mitad de la noche le hace entender la magnitud del error. Corre hacia el cuarto rosado con la espantosa convicción de que quién cree en algo, le da vida. No precisa ver las manchas carmesí, las sábanas hechas jirones, los chillidos furiosos, el corazón quieto y el vientre infantil desgarrado, para juzgar al enorme roedor de ojos amarillos tangible y entender que, si vino por un diente, no va a irse con las garras vacías.
Seudónimo: Selak