lunes, 14 de marzo de 2016

AVISO A CONCURSANTES

         Queda cerrado el plazo de admisión. Os recordamos que todos aquellos trabajo que llegaron con adjunto no han podido ser admitidos, simplemente porque no se puede saber ni tan siquiera quién los envió, el correo dispuesto para el envío de originales no los admite.
          El fallo del jurado será publicado aquí conforme a la fecha que aparece en las bases, 27 de abril del presente año.
         Gracias a todos los que habéis participado y muchísima suerte. 
La Organización

domingo, 13 de marzo de 2016

58. TI BON ANGE. De David Tourneur


Condenados a vagar por calles ausentes,
en recovecos de inmortalidad caduca,
una turba marcial acompaña mi renqueo
padeciendo de esta inesperada resurrección,
boleto sin regreso a la eternidad,
una mala copia del paraíso prometido.

Vago incansable, ausente de sentidos
la apetencia de carne impulsa mis actos,
en esta transición de cuerpos sin alma
me aferro desesperada a "ti bon ange"
sin hechicero ni ánfora que te contenga.

En mi vientre inflamado, un último eslabón,
el fruto de la mujer que niego abandonar,
golpea con fuerza las paredes interiores,
lidiando por escapar de la mazmorra
a sabiendas de encontrar su propia muerte.

Este vástago, prometido al sacrificio,
dormirá arrullado al son de un "lullaby",
trova de cuna fúnebre sin ángel custodio,
un murmullo después del postre servido,
en larga noche donde no habita el sueño.

Apartarse del redil guiado sin rey tuerto
amenazado por caer al despeñadero sin fondo
en el que esperan los últimos sobrevivientes,
delicias turcas para esta raza maldita;
y vomitar al ser que retoza en mis entrañas.

Descarnada lucha, entre uno y otro:
"ti bon ange", pequeño buen ángel;
"gros bon ange", grande buen ángel.
¿A cuál te entrego, mi pequeño hijo?

Un reguero de sangre delata mi huida…

La razón me abandona…

Y un apetito voraz, anula cualquier dolor…

Seudónimo: David Tourneur

viernes, 11 de marzo de 2016

52. LOS QUE ESTUVIERON. De Kassandra


Cuando vengan los pájaros de hielo he de encontrar el centro de la nave.
No habrá más monstruos en la alcoba, ni comerán mi vientre los enanos.
Cuando venga la luz,
sabré esconder mi miedo en los bolsillos.
Alcanzará la tarde para un brindis
y aquellos que se sientan frente a mí compartiendo la mesa volverán a
sus tumbas.
No habrá más ruidos en la casa.
No más eventos indecibles, amigos innombrables o portazos.

Alguien me escucha.
Sé que alguien está conmigo en esta trampa.
Alguien que ya pasó de ser un tonto como yo
por los años buscando
sin descubrir la puerta y pasó al otro lado;
pero no se complace en asustar
Se complace en mirarme, evitar los estruendos,
parar esos sillones que otros mueven y clamar.
Se complace en la sombra que da su propia sombra
y no vacila en darme una esperanza para poder salir
o formar junto a él,
el primer batallón de muertos vivos blancos
que entiendan a los negros que linchamos.

Seudónimo: Kassandra

51. SATURNO DEVORANDO A UN HIJO. De Cosmic Fémina


Bailan el ritual oscuro
las hermanas saturnianas.
Cientos de ojos miran los míos
y no hay párpados sobre las córneas
y no hay verdugo, sólo víctima.
No hay premio, no hay castigo, para mí no hay pétalos,
sólo florescencias de astros, sólo espacio, sólo noche.

Ya poco importa la mirada detrás de la escafandra
¿qué importará mañana la morfología
bajo este traje que es del mismo
color blanco de la boda
y del bautismo?
Vestiré la muerte bella y blanca
como los cráteres en que
este cuerpo exhausto yace.

Las estrellas, la música esférica,
la vigilia,
la boda fúnebre del cielo,
la argolla nupcial, la órbita, el sueño.
 Oh, Tierra, qué ajena te has vuelto...

Fui el errante sin retorno
que arribó con el anhelo
del abrazo que ahora extraña
su imanación al suelo verde,
las bocanadas de oxígeno,
de smog y vodka,
 y que hoy implora las sombras
del otro lado de Jápeto.

El hallazgo criogénico
solidifica los glóbulos
pero enaltece el recuerdo
del último viaje, ingrávido sueño.

De a poco formo parte
de esta cáscara de nuez... 

Resuello síncrono
a las faldas de la cordillera de plata.
Adivino mudos ríos: tus claras venas
hechas de un témpano sordo.
Descanso en estalagmitas,
colmillos lácteos de tus fauces
devorando a un hijo, ¡Saturno
mis auxilios ya no se escuchan
en tus lunas! mis lágrimas quiebran
tu herida para hacerla más fuerte
y te penetran.

Congelas mi muerte como el ámbar al insecto
en el hermoso, vítreo silencio
de tu vientre diminuto.

Seudónimo: Cosmic Fémina

48. VAGÓN CÁRCEL SIDERAL. De Eranthe


autómatas venimos vamos
van apretados en la miseria
de un pequeño vagón cárcel
solos solísimos en soliloquios
mirándonos tasándonos el ojo
en esta negra prisión sideral
mientras giran los astrolabios
de la modernidad subversiva
la mirada cruel humana ciega
la inventada mirada humana
de simios subgéneros androides
el otro siempre el otro es más
ciego menos vidente de astros
si pretendiendo no se pretende 
en el reflejo de la vista ver algo
fingiendo amarnos ay sí como no
disimulando entendimiento precoz
y aquí estamos cada uno cada una
con un pedazo de carbón escrito
en nuestro pequeño vagón cárcel
contándonos una historia macabra
la historia deshumanizada del hombre
el constante decir palabra regenerada
donde somos reales insuficientes víctimas
de la misma causa que nunca se hace esperar
en esta prisión sideral que solamente sabe girar

Seudónimo: Eranthe    

jueves, 10 de marzo de 2016

46. PEREGRINO. De Pistolita


Se ha ido mi hermano e intacta está la cama
solo hay algunos libros:
novelas baratas de ciencia ficción
y un breve poemario de Pablo Molinet.

La casa luce vacía, el silencio perfora los oídos,
el polvo desnudo fornica en la esquina
y el tiempo se desparrama y masturba los segundos.

Mi hermano de pie ante el umbral,
es un  viejo sucio y solitario;
golpea la puerta, arroja cajones,
escupe al cielo y su mirada es una puta puñalada;
la congruencia ha escapado por la ventana.

Tiene el doble de mis años quizá dentro de cuarenta
y entre los dos sumamos la edad al morir
del buen doctor Asimov.

Se ha ido mi hermano,
mi madre llora en silencio
y repite frases en una lengua extraña.

Una vecina llama a la puerta
ha visto a mi hermano en el parque,
está montado en un árbol
la sonrisa fulgurante seduce,
es un niño de cuatro años.

Saluda: extiende los brazos
y de un brinco abandona el árbol,
planea 
vuelo rasante,
se impacta en mis piernas y ríe.

Velo su sueño,
alejo a las pesadillas a patadas
y soplo hacia la ventana
un huracán de bolsillo.

Al alba se ha marchado
no tuve valor para la despedida
y mi madre acelera su muerte
a dentelladas.

Enterré a mi hermano
y antes de arrojarlo al polvo
horadé su cráneo,
le chupé el cerebro,
sabe a un triste recuerdo y pensamientos extraños.

Mi hermano abrió los ojos
y sonrió agradecido,
siempre atento y espontáneo.

Seudónimo: Pistolita

45. ESPEJO. De Manx


Ayer vi la vida en un espejo.
Y vi balas que sienten tristeza de morir.
Y vi felices gusanos devorando cadáveres.
Y vi la soledad de la soledad cuando no estamos solos.
Y vi las sombras de quienes ya no somos.
Y vi la tierra esconderse en la tarde.
Y vi a los animales del paraíso nombrando a Adán.
Y vi a Dios creyendo en los hombres.
Y vi el norte buscar la brújula.
Y vi la manzana descubrir la gravedad.
Y vi la vida preguntándose sobre el sentido de los hombres.
Y vi libros que nos leían en sus páginas fatales.
Y vi al pasado interrogar al futuro.
Y vi la soga saltar en la muerte.
Y vi mi cuerpo muerto y la fiel sombra.

Seudónimo: Manx

martes, 8 de marzo de 2016

41. EL DUENDE. De El elefante


El duende cree que no lo veo.
¡Ese infeliz!
Se agacha, se esconde,
murmulla,
tropieza
y tiene el descaro
de escribir mi pensamiento entre la tierra y pintarlo de hielo...
Se burla de mí.

No sé si es duende o demonio,
sólo sé que con su dedo manda búnkeres en nubes de huesos;
es pequeño y fastidioso
y escupe huracanes sobre las treguas.

Cuando duermo,
arroja piedritas de meteoro
revestidas de silencio y vinagre.
Se asoma tras las patas de los muebles,
trastabilla y revisa para meter mi sueño en una cajita
de espinas y lumbre.
Aprieto los ojos.
Vuelvo a dormir.

En mi oído,
el tramposo atrapa ballenas, polvos, castillos y derrumbes,
y los coloca en su libreta.
No olvidará su deber de colorearlos,
arremangarlos y destruirlos
para que no visiten a otros
donde las pesadillas
—miedos y desmanes—
harán de las suyas.

Se ríe
y retumba como huecos con imanes mi mente,
masajeada por él,
adolorida.
Y su cara mordaz
se arruga con las velas
(luces para los difuntos)
que a él le gusta confundir.

Si quemo mi cuarto,
aunque lo atrape,
sus huellas serán momias en los escombros.

Voy a soportarlo
hasta que una noche,
cuando haga burbujas de ira con su boca,
yo le cante unos rezos para el purgatorio
y que ésos
en un vaso de agua o espejo
lo pongan.

Seudónimo: El elefante