Me hicieron colgar
del árbol
como un naufragio de
aguas.
Mi cuello cedió a la
promesa
de despertar sobre
las migajas de un culpable:
yo sabía que la Culpa
estaba entre mis manos,
lejana como un lirio.
Me hicieron
sumergirme bajo el limo de la eternidad.
Otros escribas
pronunciaron mi nombre
y dijeron tantas
cosas imposibles
que ya veía a la
trampa, al cazador, al hombre que buscaba mis ojos,
sin saber que
eran parte de la noria.
Me hicieron pasto
para las bestias,
y las bestias
comieron de mi vientre,
de
mi útero,
los hombres vieron
cómo alzaba la cabeza
-pese
a todo-
y fingieron un
silencio calcinado
cuando las moscas de
mi cuerpo
fueron culpables de
la incoherencia.
Este insulto mío de
abrir los ojos
no es más que el
rumor incrédulo del contagio
que se extiende por
barcas de la lógica,
para luego
convertirse en rumor y agua.
Me sostuvieron bajo
la tierra
y echaron fango sobre
mí:
querían cubrir los
imposibles
de mi mano alzándose
en un juego de neblina y vida,
pero el imaginario
impreciso de las bestias
que moran estos
bosques calcinados
no descubre
la audacia de saberme
enterrada bajo tierra.
Este trazo de mi
suerte
ha viajado en pétalos
de agua
desde otro sitio al
cual llamé mi nido:
también allí no
supieron otra cosa que el insulto
y el hacerme colgar
de árboles y muerte,
como un pez socorrido
en su silencio.
Yo llevo a cuestas la
queja de la vida,
sin comprender la
herrumbre absurda de mi culpa.
Seudónimo: La Khalessi
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.