Penetré
en el corazón del bosque sin más ropa que mi piel. Cuando los hombres llegaron
con escopetas y perros, la lluvia había lavado mi cuerpo y no pudieron
encontrarme. Comí para no ser comida, y marqué mi territorio con la sangre de
mis presas. Me apareé con osos, lobos y pumas durante las lunas de invierno; y
en verano parí pequeñas bestias que lamieron mi rostro. Otras como yo me habían
seguido para reunirse conmigo en la espesura. Pronto los machos que habitaban
el bosque fueron sometiendo sus designios a la nueva especie, más inteligente y
ecuánime, más indulgente. Fue aquel tiempo donde las hembras decidimos acabar
con una era mezquina y comenzar de nuevo.
Seudónimo: Julian
Soler
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