martes, 8 de enero de 2019

3. MELANCOLÍA DE PERSÉFONE. De Los Fantasmas de Korad



segada fui de la inocencia: hacia el estómago de la tierra
mi sombra —como hebra ante el nimbo de Hades.
sobre mi mano (recuerdo astillado) confluían los campos
de Enna/ el festín de las ninfas junto al séquito de Atenea
y Artemisa.

lejos del vientre de Deméter —pábulo y augurio de
eriales— la estirpe crispó/ transmutando en ánfora de
injurias/ maldiciones que estriaron los cimientos
del olimpo. 

alaridos (igual que címbalos) anunciaban martirios: la
heredad blandeó mástiles/ frutos y estaciones arrastraron
vientos de carestía/ las ninfas trocaron perfiles (quejidos
de sirenas).

una corona esplende: mi dominio es ahora armazón de la
muerte/ venablos de fuego eterno/ huestes de almas que
perdieron el retorno.

desde la torre (cubil donde me encumbro) avizoro el ciclo/
esa levedad de las ánimas —en declive— que reverencian
mi nuevo linaje.

Caronte/ las Parcas/ Cancerbero: centinelas-vasallos que
van hilándome —con el halo quebrado de los muertos—
ornatos y enseres para acicalar el tártaro.

escucho el gemir de las bestias en su escarmiento
(criaturas lastimosas)/ el fárrago de los dioses ante mi
ausencia/ mortales que —famélicos— agonizan ante la
aspereza de la tierra/ mi madre Deméter abjurando su
bondad:

justo cuando comienza a excitarme esta urdimbre de
tinieblas/ la sumisión de los espectros/ el aroma del
azufre mientras copulo con Hades. 
Seudónimo: Los Fantasmas de Korad

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