29. EL EDEN DE LOS GUERREROS
Llega tu hora viejo Rey Ogro.
Cuan grande fuiste antaño.
Más hoy no caerás solo.
Por que aun hoy.
Caminas sobre los cuerpos de tus víctimas.
Mira el miedo en sus ojos.
Que pocos de ellos te verán caer.
Tu enorme y mugrienta hoz sigue firme.
Cada uno de tus agónicos movimientos.
Significan ataúdes para los héroes.
Hoy golpeas más fuerte.
La fuerza te la da tu furia, tu ira.
De saber que eres el último de los tuyos.
El último de los que hablan.
Cuando tus rodillas se hinquen entre tu sangre.
Cuando no puedas soportar tu propio peso.
Tu raza no será nada.
Solo serán presa de cazadores.
Solo serán patéticas criaturas babeantes.
Te vi nacer mi viejo Rey Ogro.
Rodeado de sangre.
Y te veré morir.
Rodeado de sangre.
Se que te duele.
Se que son muchos.
Y que estás cansado.
Pero aguanta un poco más mi viejo Rey Ogro.
Solo unas horas.
Y verás nacer al sol entre las montañas.
Oirás de nuevo el piar de los pájaros.
Verás el reflejo de la escarcha en los árboles.
Y yo, tu fiel sombra, podré estar contigo.
A tus pies.
Podré sufrir tu dolor.
Podré morir contigo.
Mira
Ya asoma tu sol en el horizonte.
Que me hace brotar de tus cansados pies.
Y alargarme como un manto.
Cubriendo a aquellos que no te vieron morir.
Mira
Ya asoma la traicionera lanza entre tu pecho.
Que hace brotar tu sangre y la mía.
Esparciéndola como un manto.
Que cubre a los que no te vencieron.
Ya es la hora mi viejo Rey Ogro.
Sabes que para ti no hay cielo
Que para mí no hay infierno
Para nosotros crearon el edén de los guerreros.
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