91. POR MI ÚNICO DESEO
"Por mi único deseo…"
(Inscripción en el tapiz franco- flamenco
"La dama y el unicornio").
Me habían comprado un unicornio.
Una espada.
La clarividencia.
Todo por una moneda de cobre
a la vieja mujer de los pastores.
Mi padre le entregó una oveja a cambio,
y ella le dio cada pedazo de la magia
de mi bestia:
un unicornio, una espada,
el miedo de saberlo todo.
En la desnudez de las playas amé a un pastor
por dos monedas de cobre
infinitas;
sin pensar en la bestia de un cuerno que gritaba
no, no, no,
y rugía sobre las rocas y la arena.
Mi cuerpo y el pastor
eran el silencio:
esquife de la noche.
Habíamos pagado
tres veces tres,
(nueve monedas de cobre)
a la Maga.
El unicornio lloraba entre mis muslos,
hundía su cuerno en mis sargazos,
pero yo amaba al pastor y no a la bestia
desde aquella mañana en que mi padre
me compró veintiséis años de vida
y toda aquella clarividencia innecesaria
por solo dos monedas de cobre,
tan viejas;
mueca de ese tiempo perdido
donde el unicornio hunde su cuerno entre mis piernas
y comienza a maldecirme,
silencioso.
y rugía sobre las rocas y la arena.
Mi cuerpo y el pastor
eran el silencio:
esquife de la noche.
Habíamos pagado
tres veces tres,
(nueve monedas de cobre)
a la Maga.
El unicornio lloraba entre mis muslos,
hundía su cuerno en mis sargazos,
pero yo amaba al pastor y no a la bestia
desde aquella mañana en que mi padre
me compró veintiséis años de vida
y toda aquella clarividencia innecesaria
por solo dos monedas de cobre,
tan viejas;
mueca de ese tiempo perdido
donde el unicornio hunde su cuerno entre mis piernas
y comienza a maldecirme,
silencioso.
Seudónimo: Belle
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