¿Has oído hablar de los gurlangs, hijo?
Abundan por aquí. Miden hasta tres metros, mandíbulas de acero, cuatro juegos
de dientes retráctiles... y totalmente invisibles. Cuando llegué a este planeta
no sabía ni que existían. Fue una noche de tres lunas como esta. Dolt... ¿Te
conté sobre él? Un buen chico... Dolt y yo teníamos la primera guardia y
conversábamos desde hacía un rato. Ya sabes: mujeres, el campamento, la
infancia allá en la Tierra, mujeres... En ese momento oí el chasquido y una
lluvia de sangre me cayó encima. Los huesos de Dolt crujían y la carne se hizo
agua bajo los efectos del ácido, corriendo por miles de millones de conductos
hacia las células del gurlang. Es el único momento en que se hacen visibles, la
digestión celular dura unos segundos y luego se desvanecen otra vez. Te digo,
son asquerosos. El terror me dejó clavado en el lugar. Afortunadamente se
contentan con un hombre, o a veces hasta un jovencito como tú, depende del
tamaño del gurlang. No, hijo, no trato de asustarte, solo quiero que uses la
visión térmica de vez en cuando y no te separes de mí. Es lo más prudente.
Seudónimo: Geralt
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