Un canto sin eco
entre el musgo
y la espuma de lo que muere
lento
la ira dislocada por un velo negro
manchado de humillaciones nefandas
un canto entre la hojarasca sepultada
en el fango
viejo
es un prodigio
que llega
desde el fondo
la tierra se queja y da a luz
a una obscenidad
a lo lejos
sabemos qué es: el grakhdanoss
cosa impronunciable
un nombre conjuro que resuena en la garganta
abre un espacio desconocido en el aire
la lengua herida se retuerce al pronunciarlo
contamina el cuerpo
nos aparta del verbo
recuerda las noches del aullido
se anuncia
entre grietas
detiene el sueño del bosque
emerge
fósil inmaculado
carga en su piel terciopelo la violencia
de los siglos perdidos.
Hay que callar su regreso. Esperar.
Pero es tarde y el grakhdanoss
libera la angustia de la memoria salvaje
cae una niebla constrictora
todo se infesta de sombras
nuestra voluntad se derrumba
en acantilados de sal negra
sus designios nos dictan la nueva letanía
y caemos llorando
nos vencen sus ojos—
Seudónimo: Hiram
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