Los
sueños comenzaron de repente. En la noche le instruían.
Al
principio no entendía. Después se acostumbró a su presencia, tanto, que de día
echaba de menos sus voces en la noche. Aquellos maestros y amigos invisibles
eran mejores que los de la guardería. No le regañaban, no le dejaban de lado...
Les
preguntó por qué no se presentaban.
Le
susurraron que mamá y papá eran un obstáculo. Debía ahuyentarlos. Le
felicitaron por su audacia cuando les mostró el mechero que había hurtado.
El
incendio empezó en la noche.
Seudónimo: Bellatrix
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