No sé
qué hacer con los brazos cuando duermo. No consigo encajarlos en una postura
cómoda y paso toda la noche en vela, dando vueltas, moviéndolos arriba y abajo,
sin pegar ojo. El médico aconseja amputar, pero me horroriza la idea de irme a
la cama con ocho miembros fantasma.
Seudónimo: El
silbido del afilador
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