sábado, 23 de febrero de 2013

53. GAUDEAMUS de Christian



Aúlla la nocturnidad ávida de carne,
mostrando ,
sus crueles desafíos sin amparo.
La borrasca, pálida de miedo, rebusca entre las sombras,
y tienta a los sauces que, famélicos,
lloran al compás del silbo.
Mientras tanto, en el lejano horizonte,
la silueta del que escarba una tumba desposeída,
embadurna de escalofríos al viento.
Su espalda, carga el peso de la humanidad
y la boca, como mueca,
deja entrever labios desprovistos de contextura.
Sus mugrientas uñas, lánguidamente estiradas,
arañan al silencio de la noche y,
el olor nauseabundo que despiden,
excita a la criatura más endeble.
Trémulo, toma una pala,
con prisa, abre una cripta.
La tambaleante mano extrae un cráneo, luego huesos, pelos, gusanos,
estertores, ropas despedazadas por la angustia.
No se estremece,
ni un poro se contrae ante la horrible escena.
De repente,
su escuálido rostro gime y,
una lengua inacabable, lame el manjar hambriento.
La putrefacta sangre envenena al aire, pero él,
goza indeteniblemente.
Insaciable, tira de las fibras que recubren la osamenta y
saborea, degusta, cata,
lucha contra Crono. Así prosigue,
hasta devorar al último desatino.
A lo lejos, un reloj anuncia las tres,
hora es ya de la marcha.
La bóveda,
vuelve a ser de Hades.
En el crepúsculo, la curvatura se pierde sin dejar vestigio alguno.
Esperará, la alborada siempre se evapora (piensa y ríe),
entonces,
otro despojo humano será festín para el desapercibido.
Seudónimo: Christian

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