Al principio,
crees que podría tratarse
tan solo de un pequeño ruido,
un brazo que chirría al
moverse,
una articulación que
necesita engrasarse,
una marca de aceite
demasiado barata que ya no volverás a usar para lubricarte.
Y, sin embargo,
cuando empiezas a perder
por unos metros todas las lanzaderas
y no te queda otra opción
que permanecer en la Tierra,
cuando compruebas que te
faltan megabytes
para almacenar toda la información
de la que dispones,
cuando se olvidan durante
semanas de recargar tu batería,
descubres que tu tiempo
ya ha pasado.
Te has convertido
en un androide viejo,
inútil, obsoleto,
poco eficiente, incapaz
de ser actualizado,
que consume mucho más
recursos
que cualquiera de las
versiones modernas.
Las miras,
con odio, las miras.
No puedes evitarlo
y te comparas con ellas.
Las versiones más
modernas.
Tu procesador multiplica
por ocho
los grados fahrenheit de
temperatura.
Tu ventilador apenas
responde
−ni siquiera aunque le aspiraran
el polvo cada mañana−.
La carcasa que te
envuelve vibra
como si tu interior
estuviera deseando largarse.
No puedes, entonces,
reprimir más las
lágrimas.
Lloras sílice, cuarzo y
tantalita,
porque sabes que si
volvieras a la tienda,
ya nadie te compraría,
y que si te estropeas,
acabarías en la chatarra
por falta de repuestos,
convertido en donante de
piezas a la fuerza
para otros modelos que,
como tú,
prefieren mirar al suelo
para no caerse,
en vez de eyacular
lubricante al contemplar
las juntas refulgentes de
las máquinas más jóvenes.
Seudónimo: B4RG2S
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.