La niña engendra galaxias
con la respiración,
nebulosas y quásares
brotan entre risas
y estornudos.
El tiempo es
capricho
y evita el tedio
de morar sobre una ostra
y al ser liebre
—el universo—
corre hacia adelante
y nunca detrás.
La niña duerme
sobre colchón
de estrellas verdes,
arropada por el infinito
y una breve civilización.
Seudónimo: Juan Centavo
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