martes, 24 de marzo de 2020

36. CORAZÓN LOVECRAFTIANO. De Anhelo Palacios



(A Emma Dumm)
Cual la certeza de la falsa muerte
que yace eterna, cruel y terrible;
siendo su influencia la impasible
condena de los eones cuya suerte
no se apacigua ni con la muerte,
donde merma jamás lo terrible
y la muerte fenece, ¡tan horrible!

Cual esos extensos viajes en sueños
que devienen verdades de horrores
donde emergen sin paz los redores
de ciclópeas ciudades de ensueños,
que desvelan todos los milenios
de granitos monstruosos y hedores,
que traen esos profundos terrores.

Como el nocturnal rutilar de los astros
en abismos profundos de miedos,
cantera lejana de fatales secretos
donde perviven lejanos los astros,
donde se acoge al caos y los faros
que nos guían a espacios desiertos
de antiquísimos años ya inciertos.

Como en los fondos más hondos, remotos
a cualquier imaginación y cualquier tiempo
que oculta vivientes, en sombras interno
el pavor oculto de deidades sin rostro,
formas antiguas que cuyo rostro,
tenue, envía la cordura al fatal infierno,
sin esperanza alguna ya en ningún cielo.

Como sintiendo la lejanía de extrañas montañas
donde descansan los Antiguos durmientes,
que vivieron terribles guerras eminentes
de reveladas atrocidades tan extrañas,
que perviven en las cavernas de esas montañas
vociferando: ¡Tekeli-li! ¡Tekeli-li! En tonos estridentes
y emitiendo en las cimas vapores tan presentes.

Así están las nebulosas cuestiones viviendo
dentro de tu perenne corazón aterrado,
rogando la amnesia de lo extenso y lejano,
de aquel Dios que consigue durmiendo,
sumergir al más cuerdo o procaz en el miedo,
y a esa enfermiza luz que brilla en el llano,
y a esa imperiosa voz que condena a lo vano.

Así se resisten veladas por ciencias y farsas
las reales direcciones de tu nimia existencia,
aquellas esperanzas de esa humana y leve conciencia,
así con injuria persiguen las culpas atávicas
a indemnes humanos que cuestionan sus horas nostálgicas,
y cada palpitar de cordura ya expone demencia,
y a cada saber verdadero en el cosmos le falta clemencia.
Seudónimo: Anhelo Palacios

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