La bruma de la tarde, desde lejos,
estudia un minuto fugaz y pobre,
suicida la belleza,
el tiempo oscuro de otras vidas.
Sueño
con héroes y batallas,
pasiones en un mundo
de noches del invierno más
estricto.
No es razón que la muerte de un rey
y la mirada del poeta, las manos
de una joven tarde sin sentido,
me traigan esta brisa con olor
a juventud. Perfume de una piel
que la mañana escribe.
Mujeres como diosas
y monstruos de un infierno propio.
Estigia,
poblada por terrores en la noche
herida, y el lenguaje de serpientes
en sus praderas de oro.
Cimmeria, tan feroz... Pobre patria
en que dominan los malos augurios,
los ojos de un futuro inagotable.
Shem, donde el amor no muere en
soledad
y para siempre los ojos del cielo
se fueron a través de la distancia.
Mas esta mañana,
el borde del abismo
domina mi presente.
Abro el sentido a la literatura,
con el milagro ardiente del coraje
y las estrellas de un eterno olvido
en los recuerdos. Palabra ciega
tal una memoria
de silencio,
al sol del horizonte
que para siempre se vistió de
fuego.
Seudónimo:
Elmore Silva
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