Se ha ido mi hermano e
intacta está la cama
solo hay algunos
libros:
novelas baratas de
ciencia ficción
y un breve poemario de
Pablo Molinet.
La casa luce vacía, el
silencio perfora los oídos,
el polvo desnudo
fornica en la esquina
y el tiempo se
desparrama y masturba los segundos.
Mi hermano de pie ante
el umbral,
es un viejo sucio y solitario;
golpea la puerta,
arroja cajones,
escupe al cielo y su
mirada es una puta puñalada;
la congruencia ha
escapado por la ventana.
Tiene el doble de mis
años quizá dentro de cuarenta
y entre los dos sumamos
la edad al morir
del buen doctor Asimov.
Se ha ido mi hermano,
mi madre llora en
silencio
y repite frases en una
lengua extraña.
Una vecina llama a la
puerta
ha visto a mi hermano
en el parque,
está montado en un
árbol
la sonrisa fulgurante
seduce,
es un niño de cuatro
años.
Saluda: extiende los
brazos
y de un brinco abandona
el árbol,
planea
vuelo rasante,
se impacta en mis
piernas y ríe.
Velo su sueño,
alejo a las pesadillas
a patadas
y soplo hacia la
ventana
un huracán de bolsillo.
Al alba se ha marchado
no tuve valor para la
despedida
y mi madre acelera su
muerte
a dentelladas.
Enterré a mi hermano
y antes de arrojarlo al
polvo
horadé su cráneo,
le chupé el cerebro,
sabe a un triste
recuerdo y pensamientos extraños.
Mi hermano abrió los
ojos
y sonrió agradecido,
siempre atento y
espontáneo.
Seudónimo:
Pistolita
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