Bailan el ritual oscuro
las hermanas
saturnianas.
Cientos de ojos miran
los míos
y no hay párpados sobre
las córneas
y no hay verdugo, sólo
víctima.
No hay premio, no hay
castigo, para mí no hay pétalos,
sólo florescencias de
astros, sólo espacio, sólo noche.
Ya poco importa la
mirada detrás de la escafandra
¿qué importará mañana
la morfología
bajo este traje que es
del mismo
color blanco de la boda
y del bautismo?
Vestiré la muerte bella
y blanca
como los cráteres en
que
este cuerpo exhausto
yace.
Las estrellas, la
música esférica,
la vigilia,
la boda fúnebre del
cielo,
la argolla nupcial, la
órbita, el sueño.
Oh, Tierra, qué ajena te has vuelto...
Fui el errante sin
retorno
que arribó con el
anhelo
del abrazo que ahora
extraña
su imanación al suelo
verde,
las bocanadas de
oxígeno,
de smog y vodka,
y que hoy implora las sombras
del otro lado de
Jápeto.
El hallazgo criogénico
solidifica los glóbulos
pero enaltece el
recuerdo
del último viaje,
ingrávido sueño.
De a poco formo parte
de esta cáscara de
nuez...
Resuello síncrono
a las faldas de la
cordillera de plata.
Adivino mudos ríos: tus
claras venas
hechas de un témpano
sordo.
Descanso en
estalagmitas,
colmillos lácteos de
tus fauces
devorando a un hijo,
¡Saturno
mis auxilios ya no se
escuchan
en tus lunas! mis
lágrimas quiebran
tu herida para hacerla
más fuerte
y te penetran.
Congelas mi muerte como
el ámbar al insecto
en el hermoso, vítreo
silencio
de tu vientre diminuto.
Seudónimo:
Cosmic Fémina
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