Cuando
vengan los pájaros de hielo he de encontrar el centro de la nave.
No
habrá más monstruos en la alcoba, ni comerán mi vientre los enanos.
Cuando
venga la luz,
sabré
esconder mi miedo en los bolsillos.
Alcanzará
la tarde para un brindis
y
aquellos que se sientan frente a mí compartiendo la mesa volverán a
sus
tumbas.
No
habrá más ruidos en la casa.
No
más eventos indecibles, amigos innombrables o portazos.
Alguien
me escucha.
Sé
que alguien está conmigo en esta trampa.
Alguien
que ya pasó de ser un tonto como yo
por
los años buscando
sin
descubrir la puerta y pasó al otro lado;
pero
no se complace en asustar
Se
complace en mirarme, evitar los estruendos,
parar
esos sillones que otros mueven y clamar.
Se
complace en la sombra que da su propia sombra
y
no vacila en darme una esperanza para poder salir
o
formar junto a él,
el
primer batallón de muertos vivos blancos
que
entiendan a los negros que linchamos.
Seudónimo: Kassandra
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