104. … Y DESPUÉS CENIZAS (22 líneas)
Los ejércitos de Sagratotch El De Las Cien Cicatrices y Ulkavus El Señor De Las Estepas han alcanzado el desierto de Mantamakara. Aquí librarán su última batalla. Resulta adecuado que el último escenario sea una tierra carente de vida.
Sagratotch y Ulkavus observan a sus respectivas tropas con el mismo orgullo. Ambos saben que están a un paso de convertirse en Historia, de alcanzar el mayor honor, la suprema recompensa. Huelen el perfume de la batalla que estallará con el nuevo amanecer y que será recordada por las generaciones que vendrán. Ulkavus está tan convencido como Sagratotch de que la Gloria es suya. A Sagratotch le han bendecido los Espíritus de la Gran Montaña, Ulkavus ha sido ungido por la Santa Dama del Lago Verde. Por eso, conquistarán la Victoria y la Memoria. Por eso, se permiten ser soberbios.
*
El amanecer es gris y lluvioso. Los dos bandos han de resolver su lucha sobre la tierra revuelta, el barro tramposo. Se abalanzan unos sobre otros, bestias furibundas, con el miedo a la muerte aullando en sus ojos. Sagratotch cae con la garganta atravesada por la flecha que disparó un anónimo soldado. A Ulkavus le atacan cuatro hombres enloquecidos que lo despedazan como a un cerdo en la matanza. A ninguno de los dos se le ha concedido la mínima agonía para poder ver qué ejército vencerá y se llevará la Gloria.
*
El Fin de un Mundo ha transcurrido. De lo que aconteció en el desierto de Mantamakara en un amanecer gris y lluvioso, ni siquiera estas tristes cenizas preservan el recuerdo. El paisaje se ha vuelto lunar de una forma muy apropiada, a la espera de un Nuevo Tiempo. De una Nueva Historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.