97. TRISTE SONATA PARA PIANO (18 líneas)
Él desde pequeñito, en su Argentina natal, había demostrado interés hacía los instrumentos. Pero no fue hasta los 14 cuando tocó su primera tecla de piano. En ese mágico instante, quiso la casualidad (o el exceso de población) que cayera abatido al suelo un joven en China.
A esa primera le siguieron decenas, cientos, miles, millones de teclas, llegando a emular complejas piezas de los clásicos: Chopin, Beethoven, Mozart... Pendientes de cada una de esas teclas se descolgaba la vida de una persona en las antípodas.
La afición, como cabía esperar, fue in crescendo a un ritmo vertiginoso, y el ímpetu de sus muñecas, el salto de sus falanges, el potente latido de su corazón cada vez que se sentaba frente al piano, actuaba como la más letal de armas a miles de kilómetros.
Y así, en escasos trece años la extraña pandemia barrió, cuan fichas de dominó, cualquier resto de vida humana, desde China hasta el cuartucho donde parecía tocar el piano la propia muerte. No obstante la casualidad quiso que nuestro protagonista se salvara de ésta tras ejecutar, sin saberlo, a su hija y a su mujer, con las dos últimas estocadas en Fa menor.
El trágico acontecimiento, y la ingenuidad que le arropaba, le hundió en una gran depresión. Enmudecido el piano, concluyó su longeva vida en la más triste de las soledades y con ella acabó la supremacía de una especie, ahora extinta.
Seudónimo: Cortacuentos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.