Siempre le conocimos como El Rosario.
Nunca supimos su verdadero nombre, ni cómo había llegado al pueblo. Contábamos
con autoridades, pero quien siempre decidió lo que se hacía en el pueblo era El
Rosario. Era un hombre de edad media, frente ancha y bigote poblado. Llevaba
botas y sombrero como los sheriffs de las películas antiguas. Si había un
problema en el pueblo, acudíamos a su casa a esperar un sabio consejo.
Lo veíamos aparecer a las 8.00 en el bar
de pueblo y sin pedir nada, se servía una taza de café con aguardiente. A las
9.00 se sentaba en la plaza a leer el periódico. Entre 12.00 y 16.00 la gente
del pueblo acudía a él con los más diversos temas. A las 19.00 volvía al bar a
tomar su segundo aguardiente, esta vez sin café.
Pero un día, el pueblo amaneció bajo una
densa neblina. Esa mañana, cuando el reloj de la iglesia marcó las 8.00, los
comensales que aún quedaban en el bar no lo vieron aparecer, pero entre lucidez
y borrachera pensaron que se había quedado dormido. El temor comenzó a correr
por el pueblo cuando los que acudíamos a la plaza no lo vimos sentado en la
misma banca con su periódico. La alarma final llegó cuando a las 12.00 horas
fuimos a su casa a lo de siempre y no estaba. Algo terrible le había pasado a
El Rosario y nos llenamos de terror. Tomamos todo lo que encontramos en
nuestras casas que sirviera para espantar demonios y salimos en dirección al
cementerio. Nos juntamos todos allí donde comenzaba el camposanto.
Murmurábamos. Nos lamentábamos. Nos estremecíamos. Las siguientes horas fueron
angustiantes, temiendo que, con la desaparición de El Rosario, desapareciera
también la armonía del pueblo.
De pronto, vimos venir una sombra que se
acercaba silente. Hacía muchos años no
teníamos una visita foránea. Lo rodeamos cuando finalmente estuvo junto a
nosotros. "Él era el último de ustedes y finalmente se ha ido. Ya no lo
necesitan. Ustedes también lo harán". Lloramos, aunque no entendimos lo
que dijo, pero nos sentimos aliviados porque cuando volvimos al pueblo, éste ya
no estaba. Y nosotros tampoco.
Seudónimo: Vacarola
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