Los primeros hechos del fenómeno
denominado de manera capciosa por la prensa sensacionalista Distorsión -y que
más tarde adoptó el común del vulgo- se reportaron el día 12 de enelio (o
juliero según hemisferio) en el barrio de San Barpulio en la ciudad de X, donde
un grupo de ciudadanos de bien comunicaron la animación (prosopopeyización,
como algunos letrados han sugerido) de una de las chimeneas de la antigua
fábrica vapor de Hunking & Colts que, en un acto inaudito, se levantó sobre
dos raquíticas patas de cobre y hormigón y huyó a las montañas, no siendo
localizada todavía a día de hoy. Sin embargo, la señora de Purbentio Escuevas
insiste en que el licuado de su marido a manos de una botella de vino viviente
fue anterior, ya que se remonta al día 11 pero, y tal y como apunta el subcabo
Cingiánez en el Reporte n°342, no existen evidencias físicas que confirmen este
suceso, por lo que ha sido archivado en la categoría de "Otros". Sea
como fuere, desde aquel día los ataques atribuibles a la Distorsión han
aumentado tanto en frecuencia como en intensidad. Si bien en un principio, y
sin contar el dudoso caso Escuevas ya mencionado, no se registraron daños a las
personas, en las últimas jornadas esto ha cambiado. Sirvan de ejemplo los
siguientes casos: en el bar Feliu un periódico rellenó con una navaja en la
espalda de un viejo su propio crucigrama mientras una caterva de bebés paseaba
a sus abuelos miniaturizados en sus cochecitos; hay noticias de personas que
envejecen de golpe, que caen ya cadáver al suelo y se convierten en polvo en
cuestión de segundos, y viceversa, personas que se convierten en embriones
mientras viajan en el metro, o madres que dan a luz a polillas. El vulgo ha
responsabilizado (por orden de preferencia) a extranjeros, saltimbanquis,
pelirrojos y gatos negros de los hechos luctuosos, pero da igual, todos ellos
han desaparecido sistemáticamente y las anomalías siguen produciéndose. El caos
es total y el gobierno se ha transmutado en mobiliario de oficina de fino
nogal. Quizás la anomalía de verdad seamos nosotros mismos....
Seudónimo: A. Julibert
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