Cuando el día y la noche se quedan
hermanados
en esa noche mágica, solsticio de
verano,
cuando crepita el fuego en la
esperanza y se quema lo inútil,
y lavas los miasmas en la orilla
del mar,
que complaciente olvida sus
furores;
cuando la voz se expande en el
espacio,
cuando suena un concierto de voces
incorpóreas,
cuando los elementos se funden en
un cosmos,
allí, sobre la arena, como un dios
inasible,
te vi danzar con alas en los pies y
corona de conchas ambarinas.
Aquella noche mágica
tú me abriste la puerta del
misterio, después,
sólo quedó ceniza sobre la arena
fría.
Tinieblas esperándote más allá de
los muros, de las rocas.
Tus manos anhelantes hacían
temblar las piedras
del puente que llevaba hacia el
abismo, insondable, maldito…
¿Qué existe al otro lado? ¿El
terror de la nada?
¿Otro camino abierto a la ventura?
Y aquí sigo, esperando que
llegue otro solsticio
y me bañe la magia.
Seudónimo:
Acuariana
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