En la ciudad de Menelikenn, la gente decía que el
rey y su hijo eran como el día y la noche.
Ousas, el soberano, llevaba una década sin dejar su
palacio, ubicado en el punto más alto de la ciudad, sobre una colina de basalto
negro; Wazeba, el príncipe, prefería caminar y vivir entre su pueblo. El rey
odiaba la música, el príncipe tocaba el krar de seis cuerdas mejor que nadie.
El rey no tenía amigos, y a su hijo no había quien no lo amara con devoción.
Ousas era cruel, y Wazeba lloraba la muerte de los pajarillos caídos del nido
tras una tormenta.
Padre e hijo nunca se entendieron, pero todo amor
entre ellos se esfumo cuando se supo de labios de un superviviente, que el rey
Ousas tenía mazmorras secretas en el palacio, donde apresaba a los mendigos de
la ciudad y también a los viajeros incautos, para luego degollarlos con su
propia mano y arrancarles el corazón, que se comía crudo en el acto.
El príncipe Wazeba alzo al pueblo contra su padre y
sitio el palacio. Al rey Ousas todos lo abandonaron, y para evitar el atroz
destino que lo esperaba, se abrió las venas y se dejó morir.
Cuando Wazeba se ciñó la corona, la ciudad entera
cantó y bailó por tres días y tres noches enteras. Al cuarto amanecer, el rey
exigió que le trajeran a todos los criminales de la ciudad. Luego se encerró
con ellos en las mazmorras de su padre, y por un mes entero se dedicó a comerse
sus corazones.
Al rey Wazeba lo mato su hijo de una puñalada
tiempo después. El nuevo rey se llamaba Gersem, y lo primero que hizo como
monarca fue bajar a los calabozos secretos de su abuelo. Allí descubrió una
escalera oculta que descendía hasta el mismo corazón de la colina negra.
recorrió cada escalón en solitario, bajo la tenue luz de un farol. Al llegar a
la última cámara, miro en derredor, y luego, estampo el farol contra el suelo e
intento extinguir su luz frenéticamente con las manos, para no volverse loco.
Pero ya ni la completa oscuridad podía proteger su espíritu y su cordura. Desde
las sombras, el verdadero rey de Menelikenn le hablo como a un criado:
-Dame corazones frescos, o el mundo arderá.
Seudónimo: Túrin Turambar
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