A un costado del camino
han visto a la endemoniada,
de blanco, toda de blanco,
la cabellera castaña
le cuelga hasta la cintura
ocultándole la espalda.
Un viejo velo le cubre
un costado de la cara
donde los huesos asoman
entre la carne quemada.
Dicen que el amor fue odio,
dicen que pidió de rabia,
dicen que compró la muerte
del hombre que no la amaba
y el diablo se la llevó
ni bien cumplió su palabra.
La arrastró de la melena
a lo hondo de su morada,
arropándola de blanco
cada vez que la quemaba.
De blanco, toda de blanco,
vistió Mandinga a la dama.
La coronó el desgraciado
con las espinas del tala
y le perforó los ojos
con un alfiler de plata.
Le cosió la boca y puso
una cruz en su garganta
invertida, incandescente,
para que lleve la marca.
Y la volvió a los caminos
donde anda la condenada
como una luz en la noche,
cruzando la ruta. Blanca.
Seudónimo:
Gugui el músico
NOTA DEL AUTOR: Entre los seres fantásticos que pueblan
el territorio argentino se destaca la novia blanca, una figura fantasmal que suele deambular durante
la noche por los parajes desolados de las rutas bonaerenses, haciendo señas a
los automovilistas, buscando que se detengan.
Si algún incauto lo hace, esta mujer de apariencia frágil, pero que en
la realidad es una caníbal, subirá al
vehículo y se abalanzará sobre el desprevenido conductor devorándolo.
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